Situado en el Bajo Guía de San Lúcar de Barrameda, al pie de la desembocadura del Guadalquivir, Casa Bigote es uno de esos sitios que pasa desapercibido para aquellos obsesionados por el último grito culinario.
Es un pequeño restaurante marinero, donde lo que prima es la frescura del producto.
Dejando a un lado diseños modernistas y técnicas culinarias de vanguardia, ofrece una carta tradicional, basada en la calidad del producto, y en las formas de hacer tradicionales.
La decoración basada en detalles marineros le da un toque pintoresco, pero tiene ya sus añitos y para mi gusto necesita una actualización (sin perder el espíritu).
Cuenta con una barra para el tapeo, y 2 comedores para dedicarle tiempo al asunto.
Fui recomendado, con un amigo sevillano, y he de decir que disfruté como un cosaco.
Nos recibió Paco uno de los dueños, que a pesar de los años asegura que se conserva tan bien gracias a no probar el agua, y beber sólo Manzanilla.
Mientras nos lo contaba con una buena dosis de guasa, nos sirvió una tapa de atún con Salmorejo, simplemente deliciosa.
A partir de ahí almejas a la marinera, langostinos a la plancha y unas Acedías para ir cogiendo ritmo.
Las almejas muy-muy buenas. Suculentas. ...y nos pusimos como tontos de mojar pan.
De ahí con las papilas gustativas a tope, pasamos a los langostinos. Simplemente sublimes. (los disfruté tanto que hasta se me pasó echarles una foto).
Los langostinos estaban perfectos. Medianos de tamaño, con el punto justísimo de plancha, que les deja un punto crujiente impresionante, sus escamitas de sal..... Im-pre-sio-nan-tes!!. (lo mejor del día)
Las acedías (aka lenguadillos, aka platijas) estaban buenas, pero he de reconocer que no son algo que me vuelva loco (quizás por desconocimiento).
Como plato principal yo tomé unos medallones de rape rellenos de espinacas y piñones con salsa de roquefort.
He de reconocer que pedí el plato porque me llamó mucho la atención la mezcla de sabores (roquefort-pescado). Algo que no había visto ni probado nunca. Fue una agradable sorpresa.
El rape tenía una textura perfecta: firme y jugoso; y la combinación con el queso, sorprendente. Muy rico.
(es una combinación que tengo que experimentar en mi cocina).
Como no podía ser de otra manera, la comida la acompañamos con un par de botellas de Manzanilla Solear, fresquísima, complemento ideal para estos platos (sobre todo para los langostinos).
En resumen, una comida de lujo, por unos 45 euros por persona.
...eso si, hay que tener muy claro a dónde se va, y que esperar del sitio. No esperéis ni vajillas modernas, ni demás parafernalia tan de moda últimamente.
Simplemente cocina marinera tradicional. Eso si, de la buena.
Es un pequeño restaurante marinero, donde lo que prima es la frescura del producto.
Dejando a un lado diseños modernistas y técnicas culinarias de vanguardia, ofrece una carta tradicional, basada en la calidad del producto, y en las formas de hacer tradicionales.
La decoración basada en detalles marineros le da un toque pintoresco, pero tiene ya sus añitos y para mi gusto necesita una actualización (sin perder el espíritu).
Cuenta con una barra para el tapeo, y 2 comedores para dedicarle tiempo al asunto.
Fui recomendado, con un amigo sevillano, y he de decir que disfruté como un cosaco.
Nos recibió Paco uno de los dueños, que a pesar de los años asegura que se conserva tan bien gracias a no probar el agua, y beber sólo Manzanilla.
Mientras nos lo contaba con una buena dosis de guasa, nos sirvió una tapa de atún con Salmorejo, simplemente deliciosa.
A partir de ahí almejas a la marinera, langostinos a la plancha y unas Acedías para ir cogiendo ritmo.
Las almejas muy-muy buenas. Suculentas. ...y nos pusimos como tontos de mojar pan.
De ahí con las papilas gustativas a tope, pasamos a los langostinos. Simplemente sublimes. (los disfruté tanto que hasta se me pasó echarles una foto).
Los langostinos estaban perfectos. Medianos de tamaño, con el punto justísimo de plancha, que les deja un punto crujiente impresionante, sus escamitas de sal..... Im-pre-sio-nan-tes!!. (lo mejor del día)
Las acedías (aka lenguadillos, aka platijas) estaban buenas, pero he de reconocer que no son algo que me vuelva loco (quizás por desconocimiento).
Como plato principal yo tomé unos medallones de rape rellenos de espinacas y piñones con salsa de roquefort.
He de reconocer que pedí el plato porque me llamó mucho la atención la mezcla de sabores (roquefort-pescado). Algo que no había visto ni probado nunca. Fue una agradable sorpresa.
El rape tenía una textura perfecta: firme y jugoso; y la combinación con el queso, sorprendente. Muy rico.
(es una combinación que tengo que experimentar en mi cocina).
Como no podía ser de otra manera, la comida la acompañamos con un par de botellas de Manzanilla Solear, fresquísima, complemento ideal para estos platos (sobre todo para los langostinos).
En resumen, una comida de lujo, por unos 45 euros por persona.
...eso si, hay que tener muy claro a dónde se va, y que esperar del sitio. No esperéis ni vajillas modernas, ni demás parafernalia tan de moda últimamente.
Simplemente cocina marinera tradicional. Eso si, de la buena.
3 comentarios:
Yo el queso no lo pruebo, pero he de reconocer que el sitio me ha gustado, además me gustan las fotos (eres un todo terreno) y que aunes gastronomía y cultura marinera,.....lo peor es no poder estar en esa mesa contigo.
Saludos cap
Uff, pues a mí la sola idea de probar el rape con roquefort ya me está poniendo las glándulas salivares a todo tren... qué buena pinta!
@ Jos: Ya sabes Jos, bajo el lema "The same for a roto que for a descosio" aqui se combina gastronomía, decoración marinera, economía y lo que haga falta.
...lo de no compartir mesa, pues es una pena, pq además hace un montón que no coincidimos con un buen vino de por medio.
(perra vida, habra que currar menos!!)
@Nat: Estaba de "mueeete"
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