Donde el viento nos lleve: Señores de la mar océana (I) El Santisima Trinidad

El Navío de línea SANTISIMA TRINIDAD fue denominado por su tamaño descomunal e imponente “el Escorial de los mares” y en sus días fue la más poderosa máquina de guerra jamás construida.
Con más de 60 metros de eslora, cuatro cubiertas, 140 cañones y una dotación de más de 1.100 hombres; causaba el asombro y el terror del enemigo.
Sobre él comentó el almirante Nelson “realmente los españoles construyen magníficos barcos…”

Originariamente se trataba de un navío de tres puentes con alcázar, toldilla y castillo y 120 cañones; sin embargo, el buque sufrió diferentes mejoras hasta convertirlo en un navío de 4 puentes y 140 cañones.
Proyectado según las normas del sistema inglés traído a España por los constructores británicos Mateo Mullan y su hijo Ignacio; fue el resultado de uno de los primeros casos de espionaje de la armada española.
No existe plano completo de este navío, aunque sí precedentes y datos que permiten dar una idea muy aproximada del mismo.
En la época de su construcción la normativa de la armada, indicaba que el mascarón o figurón de proa de todos los buques de guerra, debía de ser la figura de un león rampante coronado.

Construido en el arsenal de la Habana (Cuba), se plantó la quilla en Octubre de 1767 y fue botado al agua el 2 de marzo de 1769.

En 1771 y 1778, por diversos defectos encontrados fue reformado.
A pesar de estas mejoras, no se consiguió corregir el defecto del exceso de inclinación por lo que de nuevo fue reformado en Cádiz en 1795 y se le aumentó la artillería hasta las 134 piezas.
Posteriormente, al ser reparado de los daños sufridos en el combate de cabo San Vicente (1797) y como la falta de estabilidad no se había solucionado aún, se optó por embonar el casco y correrle la cuarta batería.
En 1799 montaba en total 136 piezas y antes del combate de Trafalgar, se le montaron otros cuatro obuses en la cubierta alta, con lo que pasó a llevar 140 cañones.
A pesar de las reformas, no se modificó el mascarón. (a partir de 1793 se decreta que el mascarón ha de ser alusivo al nombre del buque).

Tenía una dotación de más de 1.100 hombres, un desplazamiento de 4.950 toneladas, y sus dimensiones principales en 1805 eran las siguientes:

Eslora: 61,29m Manga: 16,25m Calado: 7,96m

Fueron muchas las batallas en las que estuvo presente, pero se lo recuerda sobre todo por su trágico final en la Batalla de Trafalgar de 1805, capitaneado por el Almirante Don Baltazar Hidalgo de Cisneros "El Magnífico."

En Trafalgar, tras una dura y heroica lucha en la que hundió dos navíos ingleses y obligó a otro a bajar bandera y rendirse, fue capturado por los ingleses en muy malas condiciones.
Desarbolado y sin capacidad de moverse, con la mitad de su dotación muerta o herida 312 muertos y 338 heridos, fue asaltado al abordaje, y tras una feroz lucha cuerpo a cuerpo por todas sus cubiertas, el buque se rindió al caer la tarde.
Por tratarse del mayor buque de la armada española, los ingleses pusieron todo su empeño en salvarlo. Las fragatas inglesas NAIADE y PHOEBE, trataron de remolcarlo hasta Gibraltar como presa de guerra, pero su mal estado tras la batalla y el temporal que azotó la zona hicieron imposible su recuperación.
Finalmente el 22 de octubre de 1805 se hundió a unas 25 ó 28 millas al sur de Cádiz, terminando así su azarosa vida de 35 años al servicio de la Armada.
Hay numerosos testimonios del heroísmo de su tripulación en combate, pero eso merece un post aparte, así que queda en la cuenta del debe un post sobre la vida a bordo de un navío de línea de su majestad.